lunes, noviembre 09, 2015

Volviendo de Ezeiza por la autopista cargada
tomo un MDMA para olvidarme de tu marido.
Es de día y llueve.
Bajo la ventanilla y dejo que la brisa me abolle la cara.
Me acuerdo de un poema de Carver,
donde manejaba ebrio junto a su hermano
y que la sensación esa 
de que pase algo malo
es inevitable e inminente.
Pienso en infografías
en cuanto tardan en crearse y cuanto en destruirse las cosas
en que tan cuantificable es el efecto de la distancia.
La máquina protesta
hace los kilómetros a paso de hombre,
la otra de tanto maquinar
va trotando a pelo suelto sobre un puñado de sentimientos rotos.
Medios sobre medios colapsados 
sobre medios eufóricos
sobre medios que no tienen más alternativas.
La línea amarilla indica no pasar 
pero quiero ser kamikaze.
Me permito escribir en la agenda
“Háblame del futuro” y acelero
Y al kilómetro siguiente enmarco la frase, la subrayo fuerte.
La radio no sintoniza. 
Suena desteñido un rock pesado
En el peaje cuando empiezan las bocinas
respiro con una técnica que aprendí años atrás
en tres clases descontinuadas de yoga.
Siento el efecto de la droga en el ojo derecho.
Creo que el mundo está mal y que vos tenes un superpoder.
Soy optimista, pero no se quién soy.
Te digo al oído antes que te duermas:
-Te pareces mucho a Cindy Sherman
-Te pareces a Julian Moore
-Te pareces a Natali Portman

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