domingo, diciembre 05, 2010

Sueño nº324

Era un hotel de mala muerte.
Un gris degrade desteñía hasta el más recóndito de los objetos.
Mood, nuestras ideas (salir a dar una vuelta, tomar aire, ver luz) caían contaminadas, no podíamos escapar, estábamos ahí.
Un mendigo flaco te pide algo, que le des algo. Te presenta a sus hijos, son tres y cual regla nemotecnia, escalonados en años.
Aclara: comida solo puede comer el de doce, porque los otros de tanto hambre pasado ya olvidaron el digerir, aparte le sangran los dedos. Efectivamente, nunca había visto algo así.

No podes dormir.
Vas a sentarte al auto.
Los vidrios polarizados impiden que te vean.
Ahora al policía local parece que esta furiosa con unos, que tomaban merca y birra el la punta norte de la plaza (estamos en el mismo pueblo del hotel..).
De repente el ruido.
Uno a uno sus cuerpos pegan laxos contra la puerta de tu lado. Chocan en la chapa para el cacheo. En el techo, cabecean y dejan escapar un suspiro, una palabra de dolor que se mezcla con la voz atenuada de un locutor.

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